Hacia años que Julianne Moore no pisaba la alfombra roja de la Gala del Met, pero como la mujer del año en la que se está convirtiendo, no podía faltar a la red carpet más grande que se celebra a lo largo de este.
Y como no, la actriz para tal ocasión no innovó en diseñadores, sino que se mantuvo dentro de ese recogido abanico de firmas que tanto le gustan (basicamente Chanel, Givenchy, Tom Ford y Armani). Pero si algo funciona tan bien ¿Para que iba a querer cambiarlo?
Para esta ocasión volvió a Givenchy, que tantas alegrías le dio en la temporada de premios, y escogió una creación de Riccardo Tisci que al contrario que la de Amanda Seyfried, resulta totalmente innovadora.
Este diseño resulta perfecto para Julianne, cuyo estilo se basa en elecciones que resulten al mismo tiempo frescas y juveniles, sin que pierda por ello cierto clasicismo.
Y en ese contexto este vestido es sumamente , perfecto porque aúna la sobriedad de la silueta con el toque gótico del bustier del vestido, con reminiscencias a la colección Fall 2015, cuya profusa decoración hace que el efecto que nos ofrezca sea casi hipnótico. Un equilibrio perfecto.
El look de belleza destaca por la frescura que desprende la actriz, mientras que las joyas de Jessica McCormak pasan a un acertado segundo plano.
Puede que al final del año el look de Julianne no sea el que más recordemos, pero desde luego no se puede negar que estaba fantástica y que posiblemente su vestido sea el único de todos que nos traiga el Givenchy Couture que yo por lo menos quiero ver.
Imágenes: Zimbio y Google Images
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